Por: Emilio G. Río, PMP
12 de Abril, 2021
Por muchos años y hasta hace no más de diez, las grandes inversiones en proyecto se han venido gestionando como proyectos predictivos, no importando para muchos Gerentes de Proyecto si el ciclo de vida, a la vista de la iniciativa, permite o no la conveniencia de gestionar la misma bajo un enfoque iterativo; o en el mejor de los casos, bajo un enfoque híbrido.
De principios de siglo para acá, concretamente a partir del Manifiesto Ágil, este, por demás justificado, dada tanta inversión no tan bien lograda particularmente en proyectos de desarrollo de software, las entidades encargadas de delinear y publicar las llamadas mejores prácticas han venido considerando y concretamente hoy, han decidido abrazar la llamada agilidad con una agudeza nunca vista.
Existe razón para ello si consideramos que de cada diez iniciativas de proyecto, de siete a ocho están relacionadas a las tecnologías de información y desde luego todas ellas en respuesta a la demanda social de soluciones prácticas para la vida diaria basadas en operación tecnológica e inteligencia artificial.
Considerando lo anterior, hoy formular un Plan de Proyecto requiere mayor observación al ciclo de vida que el proyecto presente. Nuestra experiencia muestra que el paso a la agilidad sobre proyectos que no sean de desarrollo de software demandará aguda observación sobre la posibilidad, en el mejor de los casos, de planificarlos de manera híbrida si es que en tales proyectos encontramos fases que puedan iterar de principio a fin sin riesgo de tropezón.
Nos gustaría conocer su opinión al respecto.