Por: Christian Reyes
22 de febrero 2021
Cada crisis que ha enfrentado la humanidad ha requerido que mostremos y despleguemos lo mejor de nosotros, de cada uno, que apliquemos nuestro conocimiento y experiencia para contribuir primero, a nosotros mismos y en consecuencia a la sociedad, o a una empresa o proyecto buscando siempre el llegar a buen término, incluso a través de la adversidad y en dado caso, al éxito según lo entendamos en el contexto que vivimos.
Considerando la visión y perspectiva actual del mundo y lo que sucede en cada región, desplegar nuestra excelencia resulta más importante que nunca para conseguir el éxito, tanto en lo personal como en lo empresarial.
Nuestra excelencia consiste en aplicar competencias que nos ayuden a desenvolvernos en cualquier escenario, estas que nos han formado a lo largo de la vida personal y profesional como personas orientadas a un bien común. Considerando el escenario empresarial orientado a proyectos, tales competencias, al menos, debieran observarse sobre:
- Disciplina profesional: Actuar con cautela, encontrando el equilibrio entre lo debido y lo necesario, obligándonos a filtrar, a ponderar y en ocasiones a contener tanto a nosotros mismos como a los miembros del equipo de trabajo, pronunciándonos cuando debemos, con fundamentos y sin menospreciar el punto de vista de los demás, creando una relación constructiva y de confianza. “El prudente es dueño de silencios y consciente de que su palabra siempre puede ser bien empleada, pero no tiene que ser siempre usada.”1
- Gestión de proyectos: Tener la sobriedad de identificar las necesidades y objetivos del proyecto, enfriar las emociones, pensar con claridad y tomar decisiones inteligentes a pesar de las circunstancias. Lograr la conquista de esta competencia a todos los involucrados nos ayudará a que las emociones positivas tengan mayor resonancia, lo que se traducirá en un impacto positivo para nosotros mismos y el proyecto. Esto nos dará serenidad y podremos establecer planes de acción realistas.
- Gestión estratégica: Considerar a todas las áreas de negocio para lograr el éxito. Podría suceder que no todas participen en un proyecto, pero existen consideraciones que debemos tener con ellas independiente de las actividades que desarrollan pues existirán acciones, reacciones y retroalimentación de estas, pudiendo requerir información de alguna o de varias de ellas para realizar un pronóstico más real sobre el resultado que un proyecto pretende y, sobre todo, poder identificar y medir los riesgos de manera correcta.
Considerando lo anterior, estaremos induciendo el desarrollo de otras competencias como pueden ser el comportamiento ético con todos los interesados en la organización, aprendemos a formar equipos de trabajo eficaces, más orientados a la entrega de valor que al servicio, diferenciamos las prioridades estratégicas, la capacidad de aplicar disciplina o brindar conocimiento basados en los principios de un Director de Proyectos.
No es un trabajo fácil, no cabría pretender que lo fuera. Son competencias que conllevan una enorme responsabilidad con nosotros mismos y nuestro entorno. Todo ello son bases de una formación que perdurará en nosotros toda la vida, serán cimiento de nosotros mismos y con el tiempo acciones que quedarán arraigadas como base fundamental de nuestro comportamiento en el día a día, serán formas de ser y actuar que nos ayudarán a comprender mejor los principios y valores de esta profesión.
Referencias
1 https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/mauricio-candiani/perfeccionar-el-arte-de-la-prudencia